De toda la gama de sentimientos que puede experimentar un ser humano, el patriotismo es uno de los que considero más peligrosos y difíciles de racionalizar. Los seres humanos podemos experimentar apego, cariño, admiración y amor por personas, animales, objetos, y entre ese cúmulo de receptores de nuestra atención también podemos tener sentimientos por ese concepto nebuloso y ambiguo que denominamos “patria”.
Resulta casi imposible ubicar en un punto medio al patriotismo. El hermano mayor del regionalismo sirve para motivar y enaltecer a las personas; ha ayudado a que muchos pueblos se liberen de regímenes y opresión. Pero el patriotismo ha servido también para que muchos cándidos se rompan la crisma en guerras inútiles y tiene la tendencia de juntar cobijas con parientes bastante nocivos como la xenofobia y el fanatismo. A final de cuentas uno no entiende muy bien como algo que es producto absoluto del azar, como nacer en una región geográfica determinada, sea motivo de orgullo.
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