(Para máximo efecto, sugiero leer este artículo con voz y acento de locutor barítono)
[Treinta y seis horas antes del desastre]
Gonzalo Carmona, de 42 años, administrador de empresas residente en Bogotá, usa su tarjeta de crédito para comprar un pasaje ida y regreso a la ciudad de Nueva York, saliendo el Jueves a la 1AM.
[Trece horas antes del desastre]
Andrés Jurado, de 32 años, técnico de aviación se dispone a efectuar una revisión de rutina en el Boeing 757-200 de matrícula HK-2564 registrado por la aerolínea Avianca, el cual se encuentra en el Aeropuerto el Dorado, en proceso de chequeo y abordaje con destino a Nueva York.
[Doce horas antes del desastre]
Un visiblemente nervioso Gonzalo hace su arribo al Aeropuerto el Dorado de Bogotá. Suda copiosamente mientras hace el chequeo de su equipaje en el “counter” de Avianca.
[Once horas y cuarenta y cuatro minutos antes del desastre]
Mientras efectúa la rutina de verificación indicada en el formulario CAB-P-01, Andrés olvida marcar el ítem señalado con el código TBDV-TI2: “Verificar que los tapones de todas las BDV-TI (64) estén firmemente asegurados, sin ningún tipo de fuga”. Esto probablemente debido al cansancio de una agotadora jornada de 12 horas.
[Diez horas y nueve minutos antes del desastre]
Gonzalo aborda el HK-2564. Arrastra con dificultad una enorme maleta que pretende pasar como equipaje de mano. Tras una pequeña discusión con una de las azafatas, es obligado a dejar la maleta en la puerta para ser registrada como equipaje. Gonzalo aprieta disimuladamente una maleta un poco más pequeña que porta con una correa en su brazo.
[Nueve horas y treinta y cinco minutos antes del desastre]
El HK-2564, registrado con el código de vuelo 213 despega de la pista número 2 del Aeropuerto el Dorado.
[Ocho horas y veintiséis minutos antes del desastre]
Mientras el Boeing 757-200 se encuentra a altura de crucero (11,000 pies), uno de los tapones de las BDV-TI, que no fue revisado por Andrés Jurado se libera. La baja presión atmosférica en la cabina combinada con la temperatura regulada por el sistema de aire acondicionado produce una reacción química adversa.
[Siete horas y dieciséis minutos antes del desastre]
Gonzalo Carmona, quien luce un aspecto demacrado e irritable llama a una de las azafatas y le solicita una bebida alcohólica.
[Cuatro horas y catorce minutos antes del desastre]
El vuelo 213 aterriza en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy, localizado en el distrito de Queens, Ciudad de Nueva York sin ningún contratiempo.
[Dos horas y once minutos antes del desastre]
Luego de una larga discusión, en la que con dificultad Gonzalo explica a un agente de la agencia de seguridad interna de Estados Unidos, qué son y porque porta en su equipaje de mano dos cajas de brevas con arequipe, una de manjar blanco, una de legítima gelatina de pata y tres bolsas de café “Sello Rojo”, consigue ingresar finalmente a territorio norteamericano. Tras varios minutos de espera, aborda un taxi a la salida del JFK.
[Una hora y cincuenta y tres minutos antes del desastre]
Rebeca Curvalo, de origen puertorriqueño, de 38 años de edad finaliza su turno como cajera en Tad’s Steaks, restaurante localizado en la Avenida 7ª con calle 74 en Manhattan. Rebeca tiene una cita con Gonzalo, que debe ocurrir en treinta o treinta y cinco minutos. Decide quedarse charlando con los demás empleados del restaurante.
[Una hora y veintitrés minutos antes del desastre]
Tras lidiar con el tráfico vespertino de Nueva York, Gonzalo deja su equipaje en un hostal situado cerca del distrito financiero de Manhattan. Descuidadamente arroja una de las cajas de brevas con arequipe, la caja de gelatina de pata y una de las bolsas de café en una enorme bolsa de papel. Debido a que desconoce como funciona el metro sale a buscar otro taxi que lo lleve a Times Square, donde Rebeca lo espera. Gonzalo conoció a Rebeca hace aproximadamente ocho meses a través de una página de citas por Internet. Tras varias semanas de flirteos, regalos virtuales, charlas por mensajería instantánea y finalmente el envío de unas flores pagadas con su tarjeta de crédito, Rebeca accedió a conocerlo en persona, con la condición de que fuera él quien viajara hasta Nueva York. Para Gonzalo, Rebeca es el amor de su vida, la mujer que va a terminar con su ciclo de amores mal correspondidos que ha sufrido desde que es un adolescente. Para Rebeca, Gonzalo es un pretendiente más, pero su insistencia, y el haber gastado unos 120 dólares al enviarle un ramo que en Colombia cuesta algo menos de 15,000 pesos le hace pensar que puede ser una persona adinerada, que le facilite el sustento. Es esta la razón por la cuál decidió darle una oportunidad y a la vez probar su determinación al hacerlo viajar por su cuenta a una ciudad que nunca había visitado.
[Dieciséis minutos antes del desastre]
Un aterrado Gonzalo descubre que el taxi del que descendió hace pocos segundos lo dejó ubicado a varias cuadras del sitio donde debe encontrarse con Rebeca. Tras preguntar en un inglés con fuerte acento colombiano a varios transeúntes y turistas que circulan por la zona, decide emprender el resto del camino a pie.
[Trece minutos antes del desastre]
Una malhumorada Rebeca fuma un cigarrillo en la entrada de Tad’s Steaks. Gonzalo debió haber llegado hace unos cincuenta minutos. Sabe que no hay forma de comunicarse con él ya que no tiene un teléfono celular para ubicarlo.
[Doce minutos antes del desastre]
Los quimiorreceptores localizados en el cuarto ventrículo cerebral de Gonzalo empiezan a recibir fuertes descargas de dopamina y acetilcolina. Gonzalo camina a paso redoblado, sus ropas están empapadas de sudor y empieza a sentirse mareado.
[Siete minutos antes del desastre]
Rebeca arroja otro cigarrillo a la calle. Decide esperar cinco minutos más a Gonzalo antes de tomar el metro hacia Queens, donde reside.
[Cuatro minutos antes del desastre]
El nervio vago de Gonzalo empieza a emitir fuertes descargas neuroeléctricas. Gonzalo se siente súbitamente mareado, le duele terriblemente el estómago y su corazón se acelera precipitadamente. Es en este punto donde admite para sí mismo que su estómago ha presentado molestias desde que llegó al Aeropuerto El Dorado y se recrimina a sí mismo por no haber utilizado el baño del Boeing 757 por considerarlo sucio y pequeño.
[Dos minutos y veintiséis segundos antes del desastre]
Gonzalo está sufriendo de peristaltismo inverso, toma grandes bocanadas de aire mientras divisa el restaurante a unos 80 metros. Alcanza a distinguir en la puerta a una mujer similar a las fotografías de Rebeca que ella le ha enviado y decide apretar el paso.
[Cuarenta y tres segundos antes del desastre]
Rebeca divisa un hombre cuyo aspecto es similar al de Gonzalo, sin embargo luce despeinado, sus ropas están desordenadas y su rostro se ve pálido y abatido. El hombre se detiene ante ella y se queda observándola sin musitar palabra.
[Veintitrés segundos antes del desastre]
Gonzalo, quien hace algo más de cuatro horas descendió por segunda vez en su vida de un avión (la primera había sido cuando era un adolescente) se encuentra demasiado nervioso para hablar; sus músculos abdominales se contraen con fuerza y su presión intratorácica, así como su ritmo cardíaco han aumentado más allá de los límites normales. Trata de respirar profundamente por la nariz para calmar su estado de ánimo.
[Seis segundos antes del desastre]
Rebeca al ver que la persona que se ha detenido en frente de ella no habla decide preguntar, –“¿González?”.
[Un segundo antes del desastre]
Gonzalo trata de corregir a Rebeca y abre la boca para decir “Gonzalo”, pero su epiglotis se relaja por completo mientras sus músculos abdominales se contraen simultáneamente.
[CERO SEGUNDOS]
Gonzalo emite un sonido “¡Gonzglllhhaaaaaaaarrrrhhgggg!” mientras vacía la totalidad de sus contenidos estomacales en la cara y el cuerpo de Rebeca. Entre sus contenidos se encuentran diluidos:
- Aproximadamente 360 centímetros cúbicos de mondongo, altamente digerido
- Una porción doble de arroz blanco, prácticamente convertido en líquido
- Algunos restos de manjar blanco, que Gonzalo había ingerido hace algo más de una hora, cuando se percató de que no había probado bocado en el avión
- Al menos 65 centímetros cúbicos de ácido estomacal
- Ochenta centímetros cúbicos de vino tinto en descomposición. Esta bebida, que le fue suministrada en el vuelo 213, era una de las 64 BDV-TI (Botella De Vino – Tamaño Individual) Que no fueron verificadas por Andrés en el ítem TBDV-TI2 (Total Botellas De Vino – Tamaño Individual, 2 Lotes) del formulario CAB-P-01 (Comida A Bordo – Pasajeros – 1 Ración). La botella fue servida sin tapón por la azafata, quién la encontró en ese estado en la bodega y fue probablemente la causa principal por la cual Gonzalo sufrió este inoportuno estado de emesis.
[Nueve segundos después del desastre]
Tras abofetear a Gonzalo, Rebeca decide insultarlo en una mezcla de inglés y español al máximo volumen que le permite su garganta. Un policía acude a la escena.
[Dieciocho minutos después del desastre]
Gonzalo es atendido en la estación de Policía de Times Square. Tras explicarle su situación a uno de los agentes que habla español, este le pregunta si su extremo estado de nerviosismo se debía al hecho de encontrarse con Rebeca. Gonzalo responde: “No, lo que pasa es que me intoxiqué con un vino. Además hacía muchos años no montaba en avión y para colmo de males la noche anterior estuve viendo un programa de televisión que pasan por National Geographic Channel, donde muestran que todos los aviones del mundo se caen y la gente sufre una muerte horrible. Luego dieron otro programa donde muestran que el mundo se va a acabar en el 2012 según la predicción Maya por una guerra nuclear sumada a una lluvia de asteroides gigantescos y eso me tuvo nerviosísimo todo el vuelo”.
[Treinta y cinco minutos después del desastre]
Un deprimido Gonzalo regresa al hostal donde debe hospedarse por otros cinco días antes de poder regresar a Bogotá. Reflexiona consigo mismo mientras se promete que nunca más va a volver a ver ese maldito canal, que con el afán de ganar más rating se volvió increíblemente amarillista y toda su programación ahora está enfocada a asustar o a producir asco en su audiencia. “Maldito seas, NatGeo!” alcanza a musitar.
Jajaja Pobre González!!!
¡Muy bueno! Sí, se volvió una porquería ese canal. Tragedy Channel.